domingo, 26 de julio de 2009

No hay Descanso!!!

"¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia. " Corazón delator- Edgar Allan Poe.
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Llegue de tocar con mi banda cerca de las doce de la noche, llegue con hambre luego de una pésima presentación que estaba muy lejos de ser nuestra culpa. Me calenté un trozo de pizza que me habían dejado en la casa para comer. Mi teléfono suena, era una amiga, me decía que porque no la pasaba a ver ya que estaba con dos amigas mas que no veía yo hace tiempo. Volví a mi casa alrededor de las una y media de la noche y me fui a sentar frente el computador. Escuche unas canciones de Epica, leí sobre el azar y el tao te king, luego a las cuatro y media me fui a acostar. Quede dormido de inmediato.
Desperté en la mañana no porque halla terminado de descansar como corresponde y recuperar las energías- de hecho nunca ocurre así- sino porque un ruido molesto invadía mi recuperación y la violaba al punto de asesinarla. En este caso un cepillo que sonaba incesante, arrítmico y desesperante en medio de un silencio hogareño que pocas veces se tiene la fortuna de oír. Alguien en el baño tenia la ocurrencia de limpiar algo y por mala fortuna mi pieza quedaba justamente arriba y escuchaba el cepilleo con una nitidez e intensidad desgraciada. Intenté seguir durmiendo, pero la persona que cepillaba seguía intentando eliminar esa mancha que le causaba una obsesión tan grande capaz de ser la causa de esa fricción tan furiosa.
Era imposible descansar, intente quedarme dormido tapando mis oídos con mis manos pero fue una idea realmente estúpida, ya que apenas comenzaba a relajarme mis manos cedían y el ruido volvía, luego no aguante mas y me convencí que en este lugar no podría conseguir nada cuyo objetivo principal se llamara sueño.
Me levante y partí al living de la casa. Esta es una casa grande, de esas casas antiguas, frias y que se caen a pedazos por los años, con un patio al medio y los cuartos dispuesto alrededor, mientras que todo es conectado por un pasillo central que recorre la casa de principio a fin. En el living encontré un frasada que mi padre había usado anoche para dormir ahí mismo, la tome y me dispuse a relajarme en el sofá. Cerré mis ojos, silencio, calma; luego vuelve a aparecer ante mi, como una aparición fantasmagorica el criminal por el cual huí de mi habitación, el maldito sonido del cepillo infernal. Lo podía seguir escuchando por no se cual razón desde este lugar, ya no con el mismo volumen, pero si con la misma nitidez irritable y arritmia burlesca.Y ahora no estaba solo, había vuelto con todo un ejercito. Ahora escuchaba la radio de mi abuelo que escuchaba un tipo de música que no sabría definir de que estilo se trata pero claramente era la típica música que escuchan los abuelos y a todo volumen para poder sobrepasar su sordera avanzada. También empecé a sentir pasos en el techo, no se si alguien tuvo la solidaria idea de ir arreglar las tejas esta mañana o simplemente los gatos querían ayudar a molestarme, también sentía el sonido de papeles metálicos que alguien ociosamente arrugaba. Desgracia. Horror. Pensaba en el desastre musical ayer con mi banda, pensaba en que debía estudiar con energías que no existían, pensaba en Rachel Hurd Wood y en escribir esta entrada. De pronto me percate que por fortuna, o mejor dicho misteriosamente a esta tortura no habían llegado mis enemigos mas odiados: El timbre y el Teléfono.

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