miércoles, 27 de mayo de 2009

De Capitalismo, amenazas y libertad.



Sobre nuestras cabezas se eleva, inalcanzable, el águila majestuosa prometiendo libertad. Nosotros, ignorantes, imaginamos un futuro donde podamos volar.

El Ser humano a través siglos a intentando lograr un domino sobre lo que lo rodea, sentirse dominante y capaz de tomar las decisiones que quiera. Huir de la dependencia natural y la sensación de estar subordinado a un poder superior. Porque no podíamos estar satisfechos con la caza y recolección de frutos silvestres, con las cuales nuestros antepasados lograr sobrevivir miles de años y hoy en día tribus como la de los pigmeos en Camerún continúan demostrándonos que es posible. No nos gustaba eso porque dependíamos de que fuéramos capaces de encontrar animales para alimentarnos, de que estos mismos se reprodujeran en las cantidades necesarias y de que nosotros fuéramos capaces de dominarlos. No nos gustaba saber que habría que esperar que los árboles por si solos esparcieran sus semillas azarosamente y que sucedieran lluvias para que estos fueran regados y crecieran. No nos gustaba eso, porque habían demasiadas variables en acción que no podíamos controlar y nos daban esa infeliz sensación de inseguridad y temor. Siendo sinceros nos gusta la comodidad. Inventamos la agricultura y la ganadería, ahora las cosas se hacían mas fáciles teníamos todo al alcance de la mano, los animales domesticados no ponían resistencia a volverse nuestra comida, los vegetales crecían justo en el lugar en que queríamos y hasta podíamos almacenar los excedentes para cuando se nos antojara, con toda libertad, comerlos. Pero aun así, no estábamos conformes y no nos gustaba esa vida, todavía faltaba para ser “felices”.

Con el tiempo Millones de adelantos tecnológicos hicieron nuestra vida más “cómoda” y “sencilla”, pero a medida que aumentaban nuestros conocimientos, nuestra ambición crecía a la par. Cada ves que el hombre descubría su poder para “controlar” la naturaleza y a sus propios impulsos, se daba cuenta del supuesto poder sobre la vida. Dejamos nuestros pies por medios de transporte: empezamos con animales, seguimos con maquinas basadas en un invento llamado rueda, luego vinieron los medios de comunicación para darnos a conocer que no necesitábamos movernos desde la comodidad de nuestro hogar para conocer sobre lo que pasaba. La ambición cada vez, en la historia de la humanidad, se hace mas grande y la tecnología se ha convertido en una monstruosidad mórbida, postrada en su trono y que por corona lleva la palabra codicia, que a medida que aumenta su volumen estomacal también aumenta su apetito incontrolable, ahora casi insaciable. Una bestia cuyo único fin posible se vislumbra como dramático. Como la imagen de la serpiente que cada vez come una presa más grande, y con cada victima se siente más vigorosa y dueña de un poder insuperable, presa tras presa, cada una mas grande que la anterior, para demostrarse a ella misma su poderío. Es exactamente la misma serpiente, que luego algún explorador de las amazonas encuentra reventada por el costado, con las vísceras al descubierto y un caimán muerto en su interior que simplemente necesito de su tamaño para acabar con aquel glotón animal ahora putrefacto y penoso.

Esta ambición es la que ha llevado al hombre por múltiples pasajes históricos. Los han habido alegres como las creaciones de grandes obras maestras de la humanidad que no dejan de deslumbrarnos y nos hacen sentir orgullosos de nuestra condición humana y pertenecer a esta especie, aunque por otro lado, otros bastantes tristes, como las guerras, enfermedades y la despiadada pobreza que cobra victimas a tantos seres como nosotros en cada lugar de este planeta.

Grandes intelectos (porque a pesar de los resultados que se obtuvieron luego de la aplicación de lo que ellos pensaban como solución, debemos admitir que no cualquiera plantea teorías sociológicas y sistemas económicos) a través del tiempo han intentado encontrar una solución para este problema: La pobreza. Para esto se han ideado diversos sistemas políticos lo cuales cada uno en su oportunidad ha prometido la mejor manera de gobernar y entregar una forma de vida mas equitativa para todos los que se han partidarios de este o mejor dicho afectados por él. Se han probado sistemas de toda índole: Ya sean tribus, democracias, imperios, reinos o dictaduras, pero como siempre nunca se ha podido dejar del todo al ser humano satisfecho. Acompañando a estos sistemas políticos siempre encontremos un modelo económico el cual será el directo responsable de que exista o no la pobreza.

El capitalismo es un modelo económico, al cual universalmente, se le ha asignado como escenario de su surgimiento los últimos años de la edad media. Con el termino de las cruzadas, el empobrecimiento de los señores feudales, el crecimiento de la población y el surgimiento de grandes ciudades donde los campesinos y artesanos veían una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida dependiente de un superior en un sistema político llamado feudalismo.

El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos, territorios entregados por el rey a un vasallo el cual se convertía a su vez en un señor feudal a través de un juramento de homenaje y fidelidad. Sin embargo este no perdía su libertad, a diferencia de la servidumbre, en lo que un campesino ofrecía su trabajo y lealtad a su señor, mientras que este le daba a cambio su protección y refugio en su castillo. A pesar de los siglos que han pasado desde que el feudalismo llego a su fin esas condiciones de vida se siguen viendo en la actualidad. Hoy en día podemos ver como un hombre( aun una gran mayoría comprometiéndose con la divinidad, frente a la imagen de un nombre ensangrentado clavado a una cruz) asumiendo el carga de presidente, tal cual prometiera a Dios el mismo Carlomagno al recibir el titulo de emperador. Vemos también a otros hombres prometiendo vasallaje, prometiendo ayudar en las filas del hombre coronado, ya no con oro si no con una cinta colorida que cruza su cuerpo enaltecido por los honores, sumido en la grandeza. Estos hombres no pierden su libertad, si no que ganan poder, claro esta prometiendo lealtad, por lo menos lo que dura el reinado. Hoy en día vemos también cientos de personas que firman contratos, prometiendo entregar trabajo a cambio de una retribución con valor. Si bien antes se ofrecía seguridad, ahora cobra la imagen de dinero y el señor feudal, o mejor dicho el empresario, cambio su castillo por una gran sucursal y sus tierras por el capital. Como vemos los nombres han cambiado pero el funcionamiento de los elementos en interacción sigue intactos, sin embargo estos contratos y compromisos sociales como económicos son avalados por todos, al igual que hace mas de quinientos años.

La historia del hombre ha transcurrido y desarrollado lamentablemente en bases de amenazas y bajo estas mismas es en las que se manejan los modelos económicos y sistemas políticos. ¡O trabajas o te mueres de hambre!, le habrá dicho algún empleador en la Inglaterra del siglo XVIII a un pobre trabajador cuya espalda agotada pedía auxilio y demandaba mejores condiciones de trabajo. “Trabaja para mi, te brindare protección, si te rehúsas morirás en una emboscada de los bárbaros”, un señor a un pobre campesino que habita en las afueras. Tampoco se me puede ir de la mente la fuerte escena (y no digo fuerte por la violencia o sangre, si no por el trasfondo mental) tan bien mostrada en la película “Gomorra” la cual resumen la vida de las personas en una situación extrema coexistiendo con el narcotráfico, pandillas, pobreza y sobre todo el miedo, donde este se vuelve el factor decidor en las vidas de los habitantes de una región especifica en Italia tendida entre las provincias de Nápoles y Caserta. En esta escena los hombres pertenecientes a la mafia napolitana (Camorra), atrapados en una difícil situación, hacen escoger a este niño entre su vida y la vida de alguien más. “Estas con nosotros o contra nosotros”, cuantas veces hemos oído esa frase en nuestras vidas. Y el niño, naturalmente escoge vivir, guiándose por el instinto de supervivencia natural en cada ser. Este niño así como un campesino juraba servidumbre a su señor, así como un trabajador firma contrato con su empleador, este niño prometía lealtad a la mafia continuando un ciclo sin fin de horror. Y no puedo dejar de mencionar cuantas veces mas a nosotros los humanos nos hicieron tomar decisiones bajo amenazas. Aun recuerdo el tan aborrecido grito de mi madre: “¡Si no te comes la comida no hay postre!”

Según Schumpeter: el individuo asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas. Como bien podemos analizar esto logra aplicarse fácilmente en las demás facetas de una persona. Cada cosa que nosotros hacemos en nuestra vida exige un riesgo y una ganancia. Cada decisión que tomamos en nuestra vida nosotros mismos les asignamos un valor con las cuales podemos estar dispuestos a transar o no. Es ahí donde el ser humano es un empresario por naturaleza. Como dijo Shumpeter el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener perdidas ¿ Y no es eso el resumen de toda nuestra vida?. Si al momento de nacer firmamos un contrato con nuestra tumba, en cual nos otorgan una vida de la cual jamás somos dueños de esta, y cuando al dueño (quién sabe como se llame.) quiera romper el documento puede hacerlo quitándonos lo que siempre creímos nuestro. Nada en esta vida logra ser verdaderamente nuestro ya que nuestra vida se basa en la obtención constante de dinero, para poder seguir viviendo en una vida que ni siquiera nos pertenece. Aunque trabajemos, con todo nuestro esfuerzo y logremos comprarnos eso que siempre deseamos, debemos rendirle “tributos” a un estado que no se cansa de pedir, y esta bien en pedir, porque de ahí tendrán que sacar, de sus arcas, las “limosnas” para entregar a los ancianos , jubilados y enfermos, y debemos seguir sus ordenes y medidas porque nosotros también esperamos que cuando lleguemos a un estado insuficiente y pusilánime de nuestra vida también nos den limosnas para poder seguir viviendo en una vida que nunca ha sido nuestra.

Los 3.600 muertos victimas de la Camorra son solo la cara visible de un asesinato mayor. El gran holocausto de los sueños. Cuantos se destrozan cada día, cuantas personas se resignan a lo que mas desean porque se dan cuenta que nacieron en un mundo donde no se puede ser libre y no se es dueño de nada. Donde los riegos son tantos y las posibilidades de ganancias escasean. Un mundo donde nadie quiere adquirir un compromiso porque viven con la seguridad de que algún día estos tendrán que terminar y probablemente lo harán de la peor manera posible. Algún luchan cada con la esperanza de la eterna promesa de una vida más allá de la muerte y otros cuantos prefieren renunciar a esta por el miedo a ser despedidos por la mismísima muerte. Yo ya no se que nos queda, que es realmente nuestro y si en verdad existe el libre albedrío. Luego desde la “comodidad” de mi hogar me siento a escribir, sobre lo que veo y critico porque mi inconformidad pide a golpes salir de mi mente y ser expresada. Es por eso que escribo y me digo: Al fin de cuenta eso es lo único que nos queda, nuestra eterna capacidad para quejarnos y pedir algo mejor, de criticar y decir: ¡Esto no me gusta! Sabiendo a pesar de todo que al momento siguiente seguiremos en este mundo que nos desagrada y tanto nos molesta, al menos nos sentiremos sedados bajo el fiel sedante llamado reclamo. Como cuando mi mama me decía ¡Hijo apaga la televisión, has visto bastante, mejor hace las tareas!( y de nuevo las amenazas) ¡Si no estudias no serás nadie en la vida! A lo que yo contestaba ¡Pero mama!¡No por favor! Minutos más tarde se me podía ver sentando, con lápiz en mano y haciendo mis tareas.

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